Esta columna nace por un lector que me
escribió preguntando mi opinión sobre la actitud de la gente con respecto a las
agresiones que dirigen a la esposa del virtual presidente electo de México, Angélica
Rivera, a quien aún no me atrevo a llamar primer dama (estoy a la espera de un
milagro). El lector decía que seguramente nadie hablaba de ello por miedo a que
lo acusaran de ser un vendido. Aviso que no tengo ese miedo: opinar libremente
no es estar vendido a nadie.
Mi muro de FB es una mezcolanza. Los que
insultan a EPN, los que le piden a AMLO que lo supere, los que le dicen PXXX a
Angélica Rivera, etc. Puedo comprender que México esté muy enojado pues sus
habitantes sentimos que nos están viendo la cara. Me sumo. Puedo entender que
ya chole con AMLO y que probablemente no pase de “presidente legítimo”. Lo que
no logro comprender es por qué insultan con tanta saña a Angélica Rivera.
Aunque veo a nuestro México frustrado, sin
saber qué hacer para salvarse de las garras del tiranosaurio rex que se salió
con la suya, estoy segura de que los insultos y agresiones no nos llevarán a encontrar
la solución. No creo que inventando nuevas formas de insultar a una mujer que
resulta estar casada con EPN y sencillamente apoya y está al lado de su marido (eso
se espera de una esposa), vayamos a mejorar lo que está podrido.
Pienso que se deben buscar líderes, no
nuevas caras a quien agredir. Veo a mi México corriendo hacia todos lados y
adoptando formas de inseguridad que solamente muestran a los que están
organizados que nos pueden dominar a su antojo. Yo pido al universo por un
líder, porque una mañana aparezca un Martin Luther King Jr. azteca y nos lleve
de la mano hacia el camino correcto para mejorar nuestro país.
Las mejores revoluciones, y miren que
hemos tenido, no se han dado insultando a Carlota ni a la Malinche, se dieron
con cabezas que no solamente escucharon a su actividad visceral sino que
también utilizaron el cerebro, órgano necesario en estos casos para ganarle la
carrera a la prehistoria. Comprendo la frustración y la rabia de vernos en
manos de una televisora que ha hecho con la idiosincrasia mexicana lo que ha
querido. Y ¿saben qué es lo peor de todo?, que las masas siguen alimentando a
ese conglomerado cuando pretenden que el teacher les diga qué está pasando en
el país.
El cambio viene con acciones no con
insultos. No sirve de nada cuestionar el pasado de una mujer que claramente es
el menor de nuestros problemas. Si en los noventa habló sobre la importancia de
tener la nalga parada ¡no importa!
Lo que importa es asistir a las marchas
pacíficamente, buscar líderes que sirvan para unificar nuestra voz; encontrar
las formas para que el mundo se siga enterando de que los mexicanos estamos en
desacuerdo y no solamente jugar con el photoshop para confundir a todo el
mundo.
Las redes sociales pueden ser un aliado
pero también, un detractor de nuestra lucha. Utilicémoslas como lo que son: maravillosa
herramienta de convocatoria y difusión de hechos censurados por los que sí
están vendidos.
Lo único que no está a un click de
distancia es el cambio, señores, no por “compartir” o darle “like” a algo ya
hicimos nuestra parte. No por retwittear ya cumplimos como mexicanos, ni por
dar fwd nos podemos sentir próceres.
Actuemos, hagamos y luchemos con amor.
Esa es la forma que nos llevará a ganar esta batalla por nuestro país.
1 comentario:
Estoy completamente de acuerdo contigo! Los insultos no llegan a nada es mejor dar un ejemplo con uestras acciones y q no solo se quede en palabras.
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