martes, 15 de octubre de 2013

Amigos que perduran


Así, cuando menos te das cuenta, comprendes que la vida está llena de personas permanentes e impermanentes. Personas que conoces para que cumplan un objetivo determinado y luego se van. 
Algunas parten en paz, otras se van enojadas, muchos te maldicen para siempre porque las circunstancias de partida no fueron las mejores. Yo, por mi parte, siempre me voy en paz.
Cuanto más se hace uno viejo, menos amigos le quedan y entiende por qué es que a uno le dicen que los amigos se cuentan con los dedos de una mano, y sobran.
Recuerdo cuando mis amigos se desbordaban por mis veinte dedos, ¿cómo es eso de una sola mano? ¡qué ridiculez!
Ahora comprendo lo que dicen. Ahora miro mi mano con casillas vacías. Pero sé que los que quedan allí son los mejores amigos, los que me aman, los que me entienden, los que son permanentes y que han pasado la barrera del tiempo, de la maduración, de la distancia. Amigos que están ahí sin importar que hablemos todos los días o pasen meses sin conectarnos, en el fondo del corazón estamos conectados.
Ya no me importa tener un millón de amigos, porque prefiero dedicarle mi tiempo y pensamientos a los que saben ser mis amigos. Soy feliz al reencontrarme con ellos y darme cuenta que no ha pasado ni un segundo en que hayamos dejado de ser amigos. 

lunes, 14 de octubre de 2013

Arrepentimientos


En una cena casual de jueves por la noche, en compañía de una amiga de toda la vida y mi Mr. JC, nos agarró el trascendentalismo y nos pusimos a analizar cuáles serían las cosas de las que nos arrepentiríamos si nos quedara poco tiempo de vida.
Por supuesto, casi terminamos llorando. Aparecieron las respectivas familias dentro de los múltiples arrepentimientos que cada uno por su lado comenzó a dejar caer sobre la mesa, como bombas de nostalgia. Si vives cerca de ellos, porque no disfrutas lo suficiente de su presencia, si vives lejos de ellos, porque te gustaría verlos más, porque no vienen a visitarte más seguido.
Y así comenzó un completo recorderis de lo que hemos hecho que no nos sentimos tan orgullosos y lo que dejamos de hacer que hoy seguramente disfrutaríamos a punta de memorias.
Los te amo que no dijiste, los que dijiste a las personas inadecuadas, las decepciones auguradas por tu madre que no escuchaste porque “ella no entendía nada”, los dolores de cabeza que te pudiste evitar de ser un poco más sensato, los viajes no realizados, los momentos arruinados por tonterías, los abrazos no dados, los besos no recibidos.
Aquel día que pudiste ser mejor hijo y no hiciste nada para serlo, ese otro que hiciste llorar a mamá o a papá, cuando preferiste estar con amigos que con ellos, cuando estiraste jeta a esas vacaciones mientras tus viejos sólo intentaban organizar recuerdos que hoy en día disfrutarías más si la vida diera chance de volverlos a tener.
Entonces pondera uno esta vida y comprende mejor aquel sabio dicho de Gabriel García Márquez: “La sabiduría llega cuando ya no sirve de nada”. Probablemente cuando ya pasaron todos aquellos momentos que hoy pagarías por repetir y saborearlos gota por gota.
Uno se arrepiente del tiempo, nada más de eso. Ningún enfermo terminal se arrepentiría de no tener más dinero o de no haber comprado el último Iphone o de no haber vivido en una casa más grande. Lo que duele es no haber disfrutado el privilegio de vivir con lo que se tuvo, pasear más, dedicarle más tiempo a quienes amas y te aman, tener menos amigos y mejores amistades, perdonar y pedir perdón, no perder el tiempo con rencores de los que en nuestro lecho de muerte nos podamos arrepentir.
Agradecer más y maldecir menos. Pelear por nuestros sueños y no por defender al ego. Recuperar al niño interno que perdimos en el apuro por ser adulto cuando no sabíamos que la niñez es la mejor parte de la vida, no porque apenas comienza, sino porque se vive al día y con intensidad.
Mirar las nubes y encontrar más figuras. Agarrar la mano de tu madre y de tu padre, decirles muchas más veces cuánto los amas  y renegarles menos por preocuparse por ti.
Gastarte el dinero, que tanto persigues, en momentos para compartir con la gente que amas. Reír a carcajadas, aprender a perderle la vergüenza al llanto, llorar de risa, reír de dolor, respirar más, quejarte menos, no tomar por garantía el amor de tu pareja, hacer felices a quienes buscan sonrisas a tu lado, jugar con tu perro, mojarte con la lluvia… No tomarse tan a pecho las cosas.
Así, cuando llegue la hora, poderse ir con una sonrisa en la cara porque no tienes arrepentimientos, porque llegó ese día perfecto, durante una cena casual de la que jamás te arrepentirás, en el que te cuestionaste seriamente ¿cuáles serían tus arrepentimientos si dejaras de respirar en este momento? Y pudiste volver a comenzar, sin importar qué tanta o poca edad tuvieras, para elegir un camino libre de arrepentimientos.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Mi Promesa


Todo en esta vida se compone de ciclos, desde la luna hasta los seres humanos los tenemos, cada momento, cada segundo abrimos algunos y cerramos otros.
Mi destino me ha premiado con darle fuerza a uno de los ciclos que abrí hace muchos años cuando no sabía hasta dónde me llevaría ese río. Comencé una pequeña lucha por proteger a los perritos, por levantar mi voz hacia donde pudiera, por hacer lo que estuviera en mis manos para ayudar. Esa pequeña lucha se fue convirtiendo en una cada vez más y más grande, de lucha mutó a batalla, empecé a armarme de herramientas y argumentos para poder levantar mi voz con más fuerza, a utilizar mis medios para ser escuchada, a creer en este sueño que quiero hacer realidad en esta vida que me tocó vivir. A comprometerme de verdad.
Ahora el universo me ha premiado con más responsabilidad, me exige coherencia que es tan difícil de adquirir, paciencia, tolerancia y sobre todo temple y empeño. 
Ahora, toda la energía que he enfocado en eso que comenzó siendo una pequeña lucha me pide probarme ante mi propio ferviente deseo de dejar algo significativo en este mundo, para que el día que me toque partir  para reunirme con mis hadas, todo haya valido la pena.
Me encuentro emocionada y con una fuerza incontenible que me corre por las venas en la misión que encontró su camino para posarse en mis manos. 
Mi única forma de agradecer tan inesperado privilegio es prometiendo a mi universo, a mis hadas y a todos los seres que sé que habitan cercanos a mí, aunque en otra dimensión, que daré todo lo que en mis humanas manos se encuentre posible para cargar mi estandarte con dignidad.
Encontraré, aunque sea difícil y el camino pendenciero me haga trastabillar, la ruta hacia la integridad de mi palabra y la coherencia con el discurso que hoy adquiero como agenda detrás de todos mis actos. 
Hoy, no solo comprometo mi corazón sino también mi alma a la promesa que alguna vez le hice a Gaea frente a ese puerto en el mar azul. Hoy me mantengo más firme que nunca a cumplirla y aunque sea difícil y ello represente desapegos y frustraciones, lo tomaré siempre no como una oportunidad de tirar la toalla sino como la criptonita que hará más fuertes mis pasos. 
Gracias Universo.
AnimaNaturalis.org